Wiener inventó una función no diferenciable en ningún punto, de difícil representación, pero no más abstracta que cualquier otro objeto geométrico como el punto o la recta (de mejor visualización). Desarrolló una medida de las probabilidades para conjuntos de trayectorias que no son diferenciables en ningún punto, asociando una probabilidad a cada conjunto de trayectorias, aprovechando la interpretación dada por Einstein al movimiento browniano. Construyó así una probabilidad que permitiría describir el fenómeno en términos matemáticos, en lo que se refiere a la trayectoria y posición de las partículas a través del tiempo.
El azar no se puede contruir ni predecir, ni tampoco ser formulado por teorías matemáticas, simplemente en un suceso que ocurrirá en algún determinado tiempo y espacio. Para Wiener la teoría de la probabilidad presenta diversos fenómenos complejos que se caracterizan por causas complejas y no lineales. Mientras que la concepción del mal de San Agustin, solo contempla resultados exactos, no existen aproximados o probabilidades, o las personas conducen sus vidas por el camino correcto (el bien) o por el equivocado (el mal), de ahí nacen las interrogantes que no necesitan percepciones matemáticas para analizarlas, sino mas bien percepciones filosóficas.
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